
Descubres que tu hijo está afectado por una enfermedad crónica y no sabes cómo reorganizar la situación familiar. Con 45 años te han diagnosticado una patología rara y tienes que dejar tu trabajo para encontrar uno más acorde a tu situación actual.
Para mejorar la calidad de vida del paciente es imprescindible saber evaluar las emociones, los cambios y el estrés que conlleva vivir con una enfermedad crónica.
En una realidad como la nuestra, en la que las enfermedades crónicas están aumentando y afectan a casi el 40% de la población, no se puede descuidar un aspecto fundamental: el impacto psicológico. Las enfermedades crónicas representan una condición que dura en el tiempo y que requiere un proceso de adaptación, una actitud activa y consciente por parte del paciente y el apoyo de los profesionales de la sanidad y de los cuidadores, como evidencia el documento del plan nacional de cronicidad en el que se describe la función del psicólogo.
El apoyo psicológico ya es un elemento clave a partir del diagnóstico, cuando el paciente y su entorno familiar y social se enfrentan a la gestión de la terapia y a la evolución de la enfermedad.
El diagnóstico de una enfermedad, inesperado y a menudo difícil de controlar, da lugar a situaciones traumáticas para el paciente y también para sus cuidadores. Convivir con una patología crónica implica grandes cambios en la vida diaria, pero sobre todo en la gestión de los intereses personales y de las actividades cotidianas.
La tarea del psicólogo consiste en mantener la cohesión entre todos los aspectos de la vida afectados por la enfermedad, y favorecer el sistema médico-paciente-asistente. Esta figura profesional puede ayudar a los médicos a la hora de proponer un plan terapéutico; a los pacientes, para gestionar las experiencias emocionales derivadas de la enfermedad, y a los familiares, que tendrán que enfrentarse a los aspectos prácticos y emocionales de la vida diaria.
La transformación digital del apoyo psicológico
Los dispositivos como el smartwatch, los wearables, los móviles y las diferentes aplicaciones digitales se están convirtiendo en componentes importantes de nuestra vida diaria. En Italia, el 41% de la población realiza un seguimiento de su estilo de vida a través de un wearable, el 52% utiliza una app de mensajería para pedir o modificar una cita con el médico y el 47% para comunicar su estado de salud.
¿Cómo podemos integrar el aspecto humano del apoyo emocional y psicológico con las nuevas tecnologías, cada vez más presentes en el ámbito sanitario actual?
La conexión constante a través de herramientas como Skype, chats en vivo y otros dispositivos digitales ha contribuido a la transformación del asesoramiento psicológico. De hecho, ya existen aplicaciones denominadas genéricamente MHapp (MH es el acrónimo de Mental Health) que ofrecen este tipo de servicio, sobre todo para la preparación del encuentro con el psicólogo. Además, algunos dispositivos permiten al paciente contactar con el psicólogo on-demand. Es el caso de Capsuled, de la empresa israelí Vaica, presente también en el mercado español.
Para entender mejor este nuevo tipo de apoyo emocional en un sector sanitario cada vez más digitalizado, preguntamos a Francesca Alboré, psicóloga y psicoterapeuta, especializada en Psicoterapia humanista centrada en el paciente y en la Terapia EMDR.
– ¿Qué importancia tiene el soporte psicológico en el tratamiento de las enfermedades crónicas y en la gestión de los programas de soporte al paciente?
Para contestar a esta pregunta es importante recordar el papel del componente emocional en una patología crónica que, por su naturaleza, acompaña a la persona toda la vida.
El diagnóstico marca un momento especialmente delicado y merece un espacio para el soporte, con el fin de acompañar al paciente en la búsqueda de un nuevo equilibrio.
Para el paciente, es muy difícil reconocer o comunicar su tristeza, impotencia, rabia y ansiedad, a menudo por vergüenza o por miedo a convertirse en motivo de preocupación para las personas queridas.
Uno de los primeros mecanismos de defensa, por ejemplo, es identificarse como «enfermo de por vida» o, al contrario, evitar con todas sus fuerzas esta etiqueta, actuando como si la enfermedad no existiera y poniendo en riesgo su salud.
Otro aspecto a destacar es la importancia de extender el apoyo psicológico más allá del paciente, puesto que la patología afecta a todo el ambiente que lo rodea.
Por lo tanto, este tipo de soporte deberá involucrar a la red familiar de manera sustancial.
Es por eso que, cuando se encuentra perfectamente integrado con los programas de apoyo al paciente, el apoyo psicológico es un elemento clave: constituye una ayuda eficaz para la persona y los cuidadores, y ofrece un espacio de escucha individual o compartido con el objetivo de recuperar o establecer un nuevo equilibrio.
Además, en los programas de soporte es imprescindible actuar sobre los recursos personales, fundamentales para desarrollar la capacidad de adaptarse a las nuevas condiciones y de establecer nuevas costumbres mediante la adquisición de habilidades diferentes.
Por último, el soporte psicológico proporciona al médico información adicional sobre el impacto de la enfermedad y de las terapias en el paciente, y una visión global eficaz en términos de adherencia a la terapia.
– ¿El crecimiento progresivo del componente digital es una amenaza o una oportunidad?
La relación directa es un eje imprescindible y no puede ser sustituido, pero yo diría que el aumento del componente digital, cada vez mayor, podría representar una oportunidad.
Podría haber un cierto desconcierto inicial, debido a la desconfianza hacia los dispositivos y al miedo de perder el contacto humano, pero hay que tener en cuenta un aspecto esencial de los componentes digitales: están orientados especialmente para incrementar la recogida de datos y facilitar la comunicación. Vistos así, se trata de un nuevo recurso a disposición del sector sanitario, centrados en la persona y creados en base a sus necesidades concretas.
Las videollamadas y la realidad virtual ofrecen la posibilidad de comunicar en un entorno protegido y seguro, de enfrentarse a los estímulos de las amenazas (por ejemplo, un animal para una fobia específica o el público para la fobia social) o de realizar actividades de rehabilitación, entre las cuales el desarrollo de las áreas funcionales afectadas por el avance del deterioro cognitivo.
El verdadero reto es estar al paso con los tiempos, integrando estas nuevas tecnologías en el recorrido de la terapia, sin perder nunca de vista los objetivos del proceso y la relación con el paciente.